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La Civilización Cae
Se apoyó en una pared y deslizó por ella su espalda hasta sentarse en el suelo. Se tomaba el pulso una y otra vez. Todavía no podía creer lo que estaba pasando. Su primer recuerdo fue dándole voces a su Capitán. El Ministerio canceló todo su operativo para esa noche, para ese supuesto sitio seguro. Le hicieron entregar el arma y la placa si iba por su cuenta y prometió volver con pruebas. Esas pruebas nunca llegarían.
La noche anterior a ese suceso fue una locura. El chivatazo le llevó hasta allí porque mucha gente se iba a reunir. Gente no muy buena con intenciones retorcidas. Ningún refuerzo quiso ir, había demasiados incidentes en la ciudad y si había allí gente inocente, no podía dejar que nada les ocurriera.
Cuando llegó vio gente pintoresca de todo tipo. Por supuesto Roberto estaba metido en medio de todos y aunque no soltó mucha prenda, le previno. El inspector no sabía lo que se le venía encima, y según iba indagando más en aquel submundo así fue, el que no quería amenazarle quería prevenirle o pedirle que se marchara. Al menos tuvo a su fiel amigo Iván para guardarle las espaldas y conoció a gente interesante, como la Doctora.
Comenzaron las amenazas y el revuelo. Comenzó una partida de ajedrez que el buen Valbuena no podía llegar a comprender. Finalmente iniciaron los chantajes hasta que les obligaron a salir de allí para ir a un lugar seguro. Él se resistió y finalmente le convencieron por las buenas de ir, para poder ver con sus propios ojos, un monstruo tan horrible y terrible como el que nunca habría podido imaginar.
Aquella noche no hubo sueños, solo pesadillas. La nota de la entrada con la invitación al lugar seguro y la dirección donde encontraría su propia maldición, era todo lo que ocupaba su mente en ese momento.
Comenzó la pesadilla cuando el monstruo apareció, forcejear era inútil debido a su inmensa fuerza y le atravesó el pecho con el brazo. Algunos fueron a socorrerle, pero intentaban darle de beber de su propia sangre. Todo cada vez era más raro.
Ocurrió todo tan rápido en ese momento. Allí mismo le abrazaron, su primer frenesí, el casi devorar a un inocente. Algo se movía dentro de él pidiendo más y pronto se vio entre una intriga de ir a por una chica, uno que llamaban su hermano era su apoyo. Todo demasiado rápido, terminó él asesinando al otro monstruo de una forma aún más monstruosa, pues le dijeron que así sería más completo, más fuerte. Y era cierto.
Pero ahora no era nada de este mundo. Estaba muerto. El pulso que estaba comprobando en todos para ver quienes estaban bien ya no lo encontraba en él. Era uno más. Su sentimiento por proteger a los que seguían vivos seguía ahí y movió cielo y tierra para intentarlo, consiguiéndolo solo con su buen amigo y al menos asegurarse de que la Doctora saliera de allí intacta. Pero él, estaría maldito hasta el fin de sus días.
Ahora, él no quiere formar parte de la partida de ajedrez. Entiende la maldición que le cae, masca la imposibilidad de como contárselo a su hija y a su compañera. ¿Qué será ahora de su existencia? ¿Qué pasará con su trabajo? ¿Con su nueva “familia”?
Ahora comienza la mayor operación de infiltración en la que ha participado, sin marcha atrás. Tiene algunas promesas que cumplir y confía en todavía poder proteger a quien se lo ha jurado. Hablaban de gente que les perseguía, posibles curas, que ahora es parte del enemigo… Todo se arremolina en su cabeza en una espiral de sentimientos y oscuros pensamientos. Toca aprender y preparar el siguiente movimiento.
Y es que hay que hacer algo, sino este mundo oculto, hará que la civilización caiga. Y no es el futuro que quiere para su hija.
“La Justicia necesita un juez y un verdugo, ese ahora soy yo”.
Inspector Aníbal Valbuena Martín
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