El cantar del amor olvidado - Málaga Nocturna

El cantar del amor olvidado





 Era la noche de San Juan y el fuego de una hoguera iluminaba parte de la cala desértica donde la manada descansaba. En la arena había botellas de alcohol ya vacías, algunas aún abrazadas por la mano de su dueño. Algunos dormitan tumbados sobre la arena, con el cielo estrellado como el único manto para cobijarlos; otros se escabullen del grupo y se pierden entre las rocas entre susurros ardientes y risas confidentes.

Con los pies en la arena, dejando que el suave oleaje mojase sus pies, un hombre acaricia con suavidad una guitarra. El canto de los grillos acompañaba al rasgar de las cuerdas, dándole al crepitar del fuego una melodía perfecta. Sonaba a noche y a estrellas, al calor de las brasas, a pasiones veraniegas y a melancolía también.

El hombre tiene los ojos cerrados y se mueve como si bailase con el mar, siguiendo su ritmo sin dejar de tocar el instrumento. El resto de sus hermanos lo miran fascinados. Los más jóvenes intentan imitarlo sin éxito mientras que los más ancianos contemplan la entrañable escena con una sonrisa de añoranza en sus labios y envidia en la mirada porque no hace tanto tiempo que sus cuerpos les dejaba bailar al son de una canción.

- Cuentan los espíritus una lejana y antigua leyenda一 el guitarrista abre los ojos y comienza a narrar una historia que todos estaban deseando escuchar. Quienes danzaban a su son se detienen en el acto y se sientan en la arena, con los ojos brillantes de expectación一. Hace mucho, mucho tiempo, cuando las primeras ciudades de piedra comenzaban a alzarse, había un hombre muy humilde que un buen día despertó.一La guitarra acompaña la historia, como un elemento más de esta. Suena tranquila, apacible, casi como una nana. Hasta que con la última palabra, para en seco, provocando un pequeño sobresalto entre los más pequeños, que le escuchan con más atención.

- Pero… ¿estaba dormido ese hombre, Voz-del-Viento?一interrumpe uno de los más pequeños, entre confundido y curioso.

El hombre le dedica una sonrisa lupina y responde con voz suave, reanudando la melodía con su guitarra.

- Sí y no, Cachorro. Su cuerpo estaba despierto, pero no su alma一responde, enigmático, provocando un gesto de asombro en el pequeño.

Aquel desdichado vivía como un cascarón vacío, pues su espíritu dormía. Comía,  trabajaba, dormía y se levantaba sin un motivo, sin ninguna emoción que latiese en su pecho. Nunca se preguntó siquiera qué le podía ocurrir hasta que su alma despertó de su largo letargo一la melodía sonaba monótona y con pocos cambios en su ritmo hasta este momento, en el que unos bellos arpegios comenzaron a colorear la canción con una bella melodía一. ¿Os imagináis? De repente todo lo que no había sentido durante años, apareció de repente. Tristeza, ira, odio, nostalgia, alegría… amor. Su corazón ahora latía con un sentido, por fin dejaba de ser esa cáscara vacía, pues se había enamorado.

- ¿De quién? 一volvió a interrumpir el niño.

- Seguro que de una hermosa dama...一suspiró otro de los jóvenes.

- Ahí está el misterio y el motivo de esta historia...一respondió Voz-del-Viento一. ¡No sabía de quién! El pobre hombre estaba enamorado, suspiraba a cada paso que daba, moría de amor por alguien que ni siquiera sabía quién era. No recordaba su rostro, ni siquiera su voz, no tenía tan siquiera el recuerdo del tacto de su cabello o de su dulce olor… Pero sabía que la amaba y que lo hacía con locura. Así que ese hombre partió en busca de su amada, aunque no era capaz de recordarla.

Recorrió montes y valles, buscando en cada pueblo, ciudad o aldea que se cruzase en su camino. Conoció innumerables mujeres, con las que compartió noches intentando convencerse de que su amada era alguna de esas bellas doncellas. Pero nunca fue así. Sin embargo, no cesó en su intento de encontrarla, hasta que dio con nuestro noble pueblo que le ofreció ron y cobijo a cambio de su historia. Conmovió tanto a nuestro anciano, que le prometió que daría con su amor y para ello, contaría y cantaría esta misma historia a cada rincón al que viajase, para dar con la dulce enamorada del hombre que no la recordaba, pero sabía tan bien como que el cielo es azul, que su corazón le pertenecía solo a ella…

一 ¿Y la encontró?一el niño miraba expectante, anhelando el final de la historia pero sin querer que llegase.

Voz-del-Viento comenzó a tocar su guitarra de nuevo, y a bailar al son de esta. Las pequeñas olas chocaban con sus pies, salpicando suavemente a su alrededor. Era una canción de una belleza indescriptible, tan dulce como la miel y ardiente como el fuego, pero a la vez tan amarga como una despedida y triste como ese último beso que no sabía que sería el último. La canción hace brotar las lágrimas no solo de aquellos que la oyen, sino también del artista que la interpreta.

Cuando la última nota abandona el instrumento y se queda flotando en el aire, se genera un silencio denso pero cálido. Nadie dice nada durante varios segundos.

- Supongo que la canción deberá seguir sonando...一dice el Galliard como única respuesta.

La fiesta continúa hasta que las últimas brasas se consumen y no quedan más botellas por vaciar. La manada disfruta de esa noche de San Juan y el cuentacuentos va a dormir sabiendo que ya ha encontrado a quien siga tocando esa canción cuando él ya no esté.

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