Dos gotas de agua - Málaga Nocturna

Dos gotas de agua



Éric no solía saltarse ningún entrenamiento de fútbol. El mismo hacia bromas sobre que era el único día que le dejaban tocar la pelota además de para ir a recogerla si alguien la empeñaba. Pero este jueves era especial, sobre todo para él. Algunos viernes quedaba con Ruth para cantar, aunque ayer, le puso una excusa mala para no quedar, Éric no insistió, sino que se ofreció a cambiarlo de día. Estaba tan ilusionado con lo que tenía que enseñarle que hasta lo prefería

Ambos se encontraron en el parque del oeste, en la mesa de siempre, pero Éric llevaba ya una hora esperando, la impaciencia le había hecho llegar antes. Ruth se aproximó intentando decir algo, pero su voz se ahogó en los nervios y la excitación de Éric.

- ¡He empezado a componer mi primera canción! ¿Recuerdas aquella mujer que me encontró aquella vez que me caí por los montes de Málaga y me perdí?

- ¿La que te chupó la sangre?

- ¡Me lamió la herida! La saliva es curativa... Bueno pues soñé con ella. Y le... Y me he decidido a escribir mi primera canción. Se llama: Dos gotas de agua. Escucha.

Éric agarró la guitarra como si el viento quisiera robársela y delató que aún no tenía la canción muy ensayada tras varios torpes comienzos. Pero de pronto cerró los ojos, y como si otra persona hubiera ocupado su lugar, comenzó una melodía que como muchos dirían más adelante, pasaba poco tiempo en el oído, pero hacía largo eco en el corazón.
Repitió dos veces la misma entrada, cogiendo la seguridad con la que empezó a cantar:

"Abrimos los ojos al caer
En este seco y áspero mundo
Como gotas al llover
Sin comprender de nada mucho.

Pero yo
Yo lloraré un mar de perdones
Para que aparezcas como la lluvia
Para que juntos demos chapuzones
Para que juntos demos chapuzones.

Y desde aquí
No puedo ver el cielo
Y desde aquí
No sé a qué nube debo volver.

Pero yo
Yo lloraré un mar de perdones
Para que aparezcas como la lluvia
Para que juntos demos chapuzones
Para que juntos demos chapuzones."

De repente, como si un cuchillo hubiese cortado la melodía Éric paro en seco.

- ¡Pero terminala! -Exigió Ruth-.

- ¡Nuop! -dijo él en una expresión burlona- Esa es la magia de la canción. Cuando sea famoso, ya sea por futbolista o por cantante, cantaré esa canción donde vaya, para que mi madre, este donde esté, la escuche.

Sus ojos aún estaban húmedos y su voz encogida, apenas había llegado al primer estribillo sin que le temblara la voz.
Soltó casi sin delicadeza la guitarra y con mucho cuidado, como quien coge por primera vez a un bebé, empezó a doblar la hoja para devolverla al plástico con el que la había forrado.

- Y de esa manera, cuando me encuentre con ella, la terminaremos juntos.

- Vaya Éric, es... Súper bonito pero... ella te abandonó. ¿No estarás enfadado con ella?

- Para nada. He soñado tantas veces con encontrarla que... Sé que estaré tan feliz que me dará igual todo. Además, ella tampoco lo habrá tenido fácil para llegar a tener que tomar esa decisión.

- Pero... ¿Y si no la encuentras?

- Lo haré... No sé por qué, pero tengo una corazonada que me dice que así será, como una voz interior ¿sabes? Siempre sigo a mí voz interior.
>> Y cuando la encuentre. Nada volverá a separarnos.

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